15 feb 2011

Joaquín Sabina denuncia

JOAQUÍN SABINA entra a la comisaría de Policía. Allí le atiende un AGENTE, que está de pie y de espaldas a SABINA, hojeando unos papeles.

AGENTE:
A ver, el de la denuncia por atraco, ¡que pase! (Se gira hacia SABINA). ¡Cielos!, ¿es usted Joaquín Sabina?

SABINA hace un gesto de afirmación, pero el AGENTE no le deja ni hablar debido a la excitación que le provoca tener ante sí a su gran ídolo.

¿Sabe que soy su fan número uno? Me sé todas sus canciones. Los últimos discos, un poco flojillos, ¿eh? Pero igualmente es todo un placer tenerle aquí...

El AGENTE nota que está siendo impertinente y se mete en su papel de serio.

Ejem... me decía que le han atracado, ¿verdad?

SABINA:
Efectivamente.

El AGENTE invita a SABINA a sentarse con un gesto. Ambos se sientan.

AGENTE:
Haremos un parte con toda la información. ¿Dónde sucedieron los hechos?

SABINA:
Anoche, sobre el número trece de la calle Melancolía.

AGENTE:
¿Sobre qué hora?

SABINA:
No recuerdo bien. Serían las diez o las once, las doce, la una, las dos o las tres. Es que cuando me lío...

AGENTE:
¿Qué ocurrío?

SABINA:
Eran tres. Se me acercaron y dijeron: "¡Eh, tú! El que se parece a Sabina, subvenciónanos un pico.

AGENTE:
¿Le robaron algo?

SABINA:
Sí; el mes de abril. ¿Cómo pudo sucederme a mí?

AGENTE:
¿Hay testigos de lo ocurrido?

SABINA:
Sí. Mi vecina Eva, que estaba tomando el sol en el balcón, y su hermana, que se llama Soledad. ¡Pero qué hermosas eran!

AGENTE:
Ajá. ¿Nadie más?

SABINA:
Sí. También nietos de toreros disfrazados de ciclistas, ediles socialistas, putones verbeneros, peluqueros de esos que se llaman estilistas... Vamos, todos menos tú.

AGENTE:
¿Y nadie acudió a socorrerle?

SABINA:
Pasó un hombre de traje gris, que al verlos huir gritó: `¡Al ladrón, al ladrón!´, aunque no consiguió acabar la frase: se lo impidió un violento ataque de tos.

AGENTE:
¿Recuerda el rostro de los atracadores?

SABINA:
No. Llevaban medias negras en la cabeza. Aunque uno de ellos llevaba bufanda a cuadros y el otro minifalda azul.

AGENTE:
¿Un hombre con minifalda azul?

SABINA:
Le llamaban Juana la Loca, creo. Aunque no lo oí bien, porque pasó un camión haciendo ruido. Mucho, mucho ruido. Tanto, tanto ruido que no se oyó el nombre al final.

AGENTE:
¿Que edad tenían?

SABINA:
Sobre los cuarentaydiez.

AGENTE:
¿Y hacia dónde se dirigía usted justo antes de ser asaltado?

SABINA:
Iba a la flostería a comprar dos gardenias.

AGENTE (extrañado):
¿Dos gardenias?

SABINA:
Sí; dos gardenias.

AGENTE (indignándose):
Esto no puede ser. No encaja con el resto de información ¡Dos gardenias es de Machín!

SABINA:
¿Qué quiere que le haga? Es lo que iba a hacer en ese momento.

AGENTE:
Pero eso no es ninguna canción suya. ¡No puede haberle pasado a usted!

SABINA:
Bueno, no todo lo que escribo me tiene que haber pasado a la fuerza. De hecho, la mayoría de mis canciones son inventadas. ¿Pero qué importa eso?

AGENTE (perdiendo los nervios):
No, no, no, no. Aquí debe de haber una confusión. ¿Me está diciendo que todo lo que canta no le ha pasado de verdad?

SABINA:
No todo.

El AGENTE empieza llorar decepcionado.

AGENTE:
Buaaa, es todo una farsa. Yo le admiraba. Buaaaa. Una gran mentira. Es usted un impostor. Buaa...
(Su rostro torna hacia una expresión de psicópata. Se levanta de la silla)

Me ha decepcionado. Y eso quiere decir que voy a tener que matarle. ¡Para algo soy su fan número uno!

El AGENTE desenfunda su pistola y dispara en el estómago de SABINA. El AGENTE ríe exageradamente, con risa de malo muy malo. Sabina cae al suelo y comienza a agonizar.

SABINA:
(envuelto en dolor, mientras el AGENTE ríe satisfecho)
P... pero... ¿Por... porr... por qué me haces esto?

El AGENTE, indignado, se sitúa a los pies de SABINA.

AGENTE:
¿Por qué? ¡¡¿Por qué?!! (...) ¡Porque me sobran los motivos!

El AGENTE sale de escena silbando la melodía de 19 días y 500 noches.

FIN

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